Son un tipo de grasa al que se le añade hidrógeno, transformando el aceite líquido en grasa sólida, proceso que se llama hidrogenación y que sirve para incrementar el tiempo de vida útil de los alimentos.
Estas grasas son muy útiles para la industria alimentaria, ya que ayudan a mejorar la perdurabilidad, el sabor y la textura de los alimentos.
Algunos alimentos, como la carne de cerdo y de cordero, así como la mantequilla y la leche, contienen de forma natural cantidades pequeñas de estas grasas hidrogenadas.
Pero, la mayoría de estas grasas las vamos a encontrar en los alimentos procesados que han sido elaborados con aceites vegetales previamente hidrogenados. Estos alimentos son: margarinas, bollería industrial, galletas, patatas fritas, palomitas de microondas, productos precocinados (croquetas, pizzas…) snack, helados, caramelos…
Si quieres saber si el producto que estás comprando tiene grasas trans, mira en el etiquetado y busca la expresión “grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas”, ya que es lo único que obliga la legislación de la mayoría de los países a la industria alimentaria.
Las grasas trans presentan una configuración molecular más parecida a las de las grasas animales (saturadas) pero con unos efectos para el organismo más perjudiciales. Así que, consumir estas grasas aumentan el riesgo de tener problemas de salud:
La Organización Mundial de la salud recomienda que su consumo no supere el 1% de la ingesta energética total, es decir, que no se consuma más de 2 gramos al día si partimos de una dieta media de 2000 kcalorías.
En Europa algunos países nórdicos como Dinamarca y Suiza, han tomado cartas en el asunto. Han prohibido más de un 2% de grasas trans en aceites y alimentos procesados.
En Estados Unidos, desde enero de 2006, obligan a la identificación de las grasas trans y sus valores concretos en el etiquetado de los alimentos.
Está claro que las grasas trans son perjudiciales para nuestra salud, por lo tanto, en el etiquetado de estos alimentos debería aparecer claramente su composición. Además, a la industria alimentaría se le debería limitar el uso de estas grasas como se está haciendo en algunos países nórdicos.
Por lo tanto, debemos conseguir que cada vez se tomen medidas más restrictivas para la industria y más transparentes para los ciudadanos.
- Graduada en Nutrición y Dietética Humana por la
Universidad Isabel I de Burgos
- Licenciada en Farmacia por la Universidad de Sevilla
- Experta en Nutrición y Dietética Humana por la
Universidad Complutense de Madrid
Nutricionista, Farmacéutica
y CEO de Dietfarma
Colegiada AND-00982
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