¿Es segura la comida de hoy día?
En primer lugar, decir que nunca hemos comido mejor y más seguro que hoy en día, y eso no va a cambiar a pesar de nuestros miedos.
Todo lo que rechazamos en la comida: conservantes, colorantes, pesticidas, la palabra “artificial”, “química” … se ha utilizado desde las primeras civilizaciones, y ha hecho que la comida sea como la conocemos hoy en día.
Decir que queremos comer sin química o sin genes es aberrante desde el punto de vista científico, además de ser imposible. Toda la comida tiene genes y todo lo que nos rodea y nos comemos está hecho de átomos y moléculas, es decir, lo que estudia la química. No tendríamos salud ni calidad de vida si la comida no fuera segura.
¿Nos asustan los transgénicos y los pesticidas?
Asustarnos por los transgénicos o por los restos de pesticidas, en el fondo es una gran suerte, la de poder comer todos los días. Gracias a ellos hemos conseguido producir muchos más alimentos, siendo este el momento de la historia de la humanidad en que más personas están comiendo. Eso sí, es responsabilidad nuestra elegir bien y seguir una dieta equilibrada.
Leyendas urbanas.
Sobre la alimentación circulan muchas leyendas urbanas e información falsa, preocupándonos de asuntos sin importancia y pasando de los serios. La falta de información en temas de alimentación y la proliferación de leyendas urbanas da lugar a paradojas como preocuparnos por si el vino tiene sulfitos, pero no por los 14 grados de alcohol, que es lo peligroso. No queremos que las salchichas tengan nitritos, pero no decimos nada de las grasas saturadas o de los azúcares añadidos (que van etiquetados como almidón, dextrosa o jarabe de maíz).
Normalmente pensamos que un alimento es más sano por ser light y comemos el doble, engordando más. Elegimos un producto porque se etiqueta como “solo con aceites vegetales”, cuando realmente esos aceites son de coco y palma, con muchísimas grasas saturadas, nutricionalmente tan poco aconsejable como las grasas animales.
¿Qué conclusiones sacamos?
La nutrición no es cuestión de alimentos buenos y alimentos malos, sino de dieta equilibrada. Cuando te dicen que un alimento es muy malo puedes tener la tentación de creer que si te atiborras de otro estás cuidando tu salud, cuando realmente es al contrario. Si quitas las grasas, pero las sustituyes por azúcares de alto índice glucémico, no solucionas nada.