Ingredientes

  • naranja 200 gr. 1 Pieza mediana 58.84 kcal.

Preparación

Es importante preparar cualquier fruta antes de consumirla para garantizar una higiene, con el fin de eliminar residuos de fitosanitarios y los restos de tierra o posibles insectos que hayan quedado adheridos.

Para ello, se procederá a seguir unos pasos previos antes del lavado con el fin de evitar la contaminación cruzada y lograr que la conservación de las frutas sea lo más óptima posible.
Antes de nada, nos lavaremos bien las manos antes de manipular la fruta.

Seguidamente, lavaremos la fruta con agua corriente, siempre y cuando sea potable.

Se desaconseja el uso de sustancias que desinfectan o limpian las frutas, así como el uso de detergentes, pues estos pueden quedarse adheridos en la piel de las mismas y causar algún tipo de intoxicación.

Es recomendable lavar las frutas en el momento en que se vayan a consumir, y proceder a su secado mediante papel de cocina de un solo uso.

Las frutas que pertenecen al grupo de las bayas o frutos del bosque, merecen especial cuidado a la hora de manipularlas, pues son delicadas a los golpes y podrían deteriorarse (fresas, frambuesa, arándano).

Las frutas que son de consistencia más dura y que además tienen una piel comestible, deberemos lavarlas bien antes de consumirlas, ya sea con o sin piel (melocotón, manzana, pera).

Aquellas frutas que presentan una piel no comestible (aguacate, papaya, mango), las lavaremos bien de igual forma, para evitar contaminarlas una vez las pelemos.

Existen frutas más grandes con una piel o corteza mucho más resistente (piña, sandía, melón). Suelen tener más cantidad de suciedad, como tierra y polvo. Deberemos lavarlas igualmente antes de proceder a partirlos, y además, es recomendable usar un cuchillo distinto para partirlas y otro para trocearlas.

En definitiva, emplearemos un método de lavado, pelado y troceado, siempre asegurando unas medidas de higiene que permitan hacer seguro el consumo de las frutas.

Información adicional

La naranja es una fruta con un valor energético bajo. Se caracteriza por su alto contenido en agua, vitamina C, ácido fólico, potasio, calcio y magnesio. El calcio que aporta tiene una biodisponibilidad prácticamente nula por el organismo.

Los betacarotenos le confieren el color llamativo característico, con un efecto antioxidante sobre el organismo. Contiene distintos tipos de ácidos: málico, oxálico, tartárico y cítrico. El ácido cítrico en concreto es el que potencia la acción de la vitamina C.

El aporte en fibra es considerablemente alto, la cual se encuentra presente principalmente en la pulpa y la corteza. Es por ello que se recomienda el consumo de la naranja en su totalidad, a excepción de la piel.

Por el contrario, los zumos de esta fruta no contienen la misma cantidad de fibra, con lo cual no mantienen los mismos beneficios ni la misma repercusión a nivel digestivo que consumiendo la pieza entera. Además, el poder saciante del consumo de la fruta entera no es el mismo que consumiendo únicamente el jugo.

El gran contenido en vitamina C que nos aporta esta fruta, participa en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos. Además, es la encargada de mejorar la absorción de hierro en el organismo y de participar en procesos inmunológicos, así como en el tratamiento de infecciones.

Los ácidos málicos y cítricos actúan como antisépticos y alcalinizantes de la orina.